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COMIENZAN LOS PUESTOS DE TRABAJO INDUSTRIALES

Al comenzar la construcción de carreteras y vías férreas, el trabajador del campo pudo excluirse de la esclavitud agrícola, a lo menos a temporadas, ganándose el sustento para el trabajador y los suyos de otra forma diferente. Estas carreteras eran rellenas (la caja) con piedras redondas que se han creado a fuerza de ser impulsadas por las aguas durante millones de siglos, siendo convertidas en cantos para su mejor adaptación a la tierra, rompiéndolas con una maza o porra de hierro llamada porrilla, golpeando insistentemente con gran esfuerzo a través de los brazos del hombre, en la actividad llamada machacar, y con una especie de gafas denominadas antiparras, protegiendo sus ojos de los posibles trozos de piedras o hierro que solían despedir al contacto entre porra y piedra, pudiendo impactar en la vista y en las piernas, las cuales eran protegidas hasta con tablillas. Como en todas la profesiones de esfuerzo personal, siempre ha habido muy buenos profesionales en este lugar, y en esta lo eran: “los farrusos”, Saturio, Esteban y Marciano, los “azuletes”, “Alfajemez”, “el tío Máximo”, y más recientes fueron “boloso”, “Fructuoso”....

Hacemos constar que en esta actividad destacaron también, si no por su trabajo exhibido, por su iniciativa creadora de organización y lealtad a la empresa, los hijos de Ambrosio González: Teodosio y Vicente, en la empresa constructora Losada de Zamora capital, donde se les dio la categoría de capataces de obra, lo cual les reportaba un buen sueldo; al tiempo que estos daban empleo a muchos trabajadores de Villabuena. Aunque tenían que desplazarse en los crudos inviernos a puntos tan distantes y gélidos como el concejo de A Gudiña; a un lugar llamado Carracedo, de la provincia de Orense; dentro de las faldas del puerto de Padornero y la Canga, donde se construía el túnel de la vía férrea Zamora-Orense. Estos dos hermanos dirigieron obras para la citada empresa en distintos lugares, San Vitero de Aliste, Malva, Villalazan, Fuentelapeña... El trabajo requería pasar noches y días infernales (con sus familias) en las barracas como vivienda, al lado de la obra; otros se hospedaban en posadas, ventas o en horreos y pajares, lugares infames pero llenos de colorido y misterio. Más trabajadores de Villabuena, huyendo de la esclavitud de la agricultura, optaron por el duro trabajo de la mina, unos emigraron a Villablino, Ponferrada, Cistierna, Riaño (León); otros hasta Guardo (Palencia), Langreo, Mieres, Tuilla (Asturias).

Los que siguieron en el pueblo de labradores arrendatarios, ya que las tierras seguían siendo de las grandes heredades de los terratenientes de Toro, excepto algunas de los apellidos citados, tuvieron que pasar por estas fechas una gran epidemia de sarampión, y en el 1.918 la más mortal gripe que se recuerda. La presencia de la Garza con sus aullidos agoreros, dicen anunciaban los fallecimientos. El viento de la mortalidad había segado muchas vidas, por lo que hubo de construirse un nuevo cementerio finalizándose este en el año 1.928. Mencionada obra se hizo (como casi todas las de la época) a prestación personal. Se cuenta que la primer persona que contribuyó a esta construcción fue Linos González, que con el carro y la yunta de su amo hizo el primer transporte de piedras para los cimientos de las paredes y al acabar de descargar comentó con los albañiles de la obra: “yo he sido el primero en dar mi esfuerzo para la construcción del cementerio, ¿quien será el primero en estrenarlo?”. Y el destino del misterio de la vida, hizo que el mismo Linos fuera el primero en ser enterrado en dicho camposanto.

Aunque la luz eléctrica fue un gran progreso para el pueblo y hasta se instala en el lugar una fábrica de aguardientes regida el matrimonio formado por el señor Zosimo y su esposa Teresa (su raíces no eran de este lugar), con lo que se aprovechaba la pulpa (heces) de la uva de los muchos lagares y bodegas que existían en el pueblo, de la gallega, de las bodegas de los Crespo, de los Moyano, los Seco y otros de María Jacinta González, correspondientes a los Amigo, etc. Se recuerda que al morir la esposa del señor Zosimo, hicieron que tomara el cargo de la ventas del aguardiente (al detal) a la criada llamada Prudencia y el resto familiar se dedicaba a la agricultura, yendo al fracaso la fábrica.

El crecimiento que se esperaba con la instalación eléctrica, no se produce y la emigración aumenta en gran cuantía, en el conjunto de la provincia se calcula la subida en un 18%, por lo que antes de mediados de siglo la crisis económica, a escala provincial, crea el paro obrero con gran conflictividad, reduciendo la jornada y el descanso dominical. Como protesta, en nuestro pueblo (como en otros del valle) pequeños y medianos campesinos se unen a esta revolución. Pasándose con estas reivindicaciones a la dictadura del general Primo de Rivera (1.923 a 1.929) y después a la segunda república el día 14 de abril de 1.931.

También parece cierto que es por estas fechas cuando avanza la tecnología agraria. En el año 1.934 se comienza a sacar al mercado cosechadoras, tractores, segadoras, y otros elementos de este tipo, enfocados a sacar de la esclavitud del campo a hombres y mujeres, pero en Villabuena no llegarían hasta años más tarde, ya que estos medios solo estaban al alcance de los grandes capitalistas y Villabuena, realmente, no los tenía. Y además surgió la guerra civil como obstáculo al desarrollo.

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