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EL PUENTE DE PIEDRA COMO OBRA INSIGNE GUERRA FRANCESA Y SU REPERCUSIÓN

En el año 1.788 se finalizan las obras del nuevo puente de piedra sobre el río Guareña, y todo hace pensar que esta obra se efectúo sobre los restos de aquel antiguo puente prerromano cuya construcción se remontará al primer gótico, siendo costeadas mencionadas obras con los fondos del arbitrio sobre la venta de vino en el concejo y ayuntamiento de Toro, al que pertenecía el lugar de Villabuena. Aunque si nos fiáramos de la información más destacada, en cuanto a la definición actual, con imágenes, comentarios y hasta escritos en prensa, como en la televisión, el día catorce de noviembre de 1.997 se nos ofreció una de las crecidas del Guareña, citando con sus comentarios e imágenes el paso de las aguas por el puente romano de Villabuena del Puente, en Zamora. Este fue un concepto equivocado por el afán de protagonismo, pero que consideramos que de buena fe. Tal vez, el informador tuvo sus dudas al ver la construcción arquitectónica que puede proceder de la barroca o churrigueresco y el material utilizado noble y costoso con piezas regulares de mampostería sillar de una misma altura produciendo efectos decorativos exultantes, en especial las pilastras de sus cinco arcos que se utilizo una piedra más resistente. Estos cinco arcos escarzano asentados sobre cuatro pilastras de apoyo y soporte de simple aparejo, pero que producida por el rehundimiento de la buena unión con los sillares el frente de cada pilastra resulta un relieve admirado. Más su balaustrada de sillar, de su construcción casi, ciclópeo aparentando arquitectura más antigua, le impulso a dar esa información.

Nosotros tenemos bastante claro el origen de la construcción de este puente, pero nuestra curiosidad histórica nos hizo matizar más este fallo de la historia por ese afán de notoriedad en televisión y Mariano Hernández Benito poco tiempo antes de su fallecimiento, nos recordaba que cuando él era un chaval se bañaba con otros amigos en las cristalinas aguas del Guareña, debajo de los ojos (arcos) de este puente y que en más de una ocasión habían comprobado lo que se venía diciendo sobre el asiento de las cuatro pilastras en los cinco arcos que, los cuales estaban construidos con seguridad y fijeza en cuerpo contra la tierra y su base de apoyo eran vides de las viñas, que ellos vieron en varias ocasiones y las tocaron con los pies, siendo algunos más atrevidos y audaces que llegaron a cojerlas con las manos.

En esta conversación, no dejamos de recodar que este gran hombre, también nos comentó como años más tarde su propio hermano, Rufino Hernández Benito, hizo exhibiciones audaces corriendo por las barandillas y balaustre de este mismo puente con madreñas en sus pies, ante el asombro de las demás personas, que reconocíamos sus facultades mentales en mal estado.

En la obra tantas veces citada “Corografía de la provincia de Toro”, se nos da a entender que este puente está situado en medio de la población, y es otro dato más que nos sigue haciendo pensar que nuestra población estuvo ubicada -desde siempre- en las dos riberas del río, izquierda y derecha. Se cita que las orillas coronadas de árboles privan de la vista del pueblo, lo que entendemos como que a las personas que se les priva de esta bella vista debían de ser los habitantes de la margen derecha del río; pues se considera que la mayor población, desde la Edad Moderna ha existido en la parte izquierda, dentro de zonas ya citadas, colina del cañal, palacio, calle el puente, comienzos del camino Bóveda...

Hay otros datos en “Guía sinóptica estadística geográfica” que se cita a este puente de Villabuena sobre el río Guareña, haciendo constar que en su zona norte, toca con las casas del pueblo y en la zona sur no reseña que toque en viviendas, lo cual nos deja ver otra laguna de dudas, aunque bien podría ser que la población del margen derecha estuviera más distante, porque así el río lo exigiera.

Todas estas deducciones nos llevan a seguir sin saber marcar el momento en que los pastores y labriegos de estas bajas y soleadas colinas, que enmarcan esta ribera fluvial, a veces pantanosa, formaron una comunidad con la población actual; pero todos los indicadores señalan que fue a mediados del siglo XIX, siendo también consolidado con la independencia por el alfoz y concejo de la antigua provincia de Toro en el año 1.833. A estos preludios de futuros movimientos reformistas con los que Villabuena luchaba para romper aquel molde impuesto y poder expresar lo que de verdad sentía y pensaba. La ciudad seguía y siguió hasta años atrás, sin dejarse someter a la dirección o arbitrios de las autoridades de la vecindad lugareña y menos declararse vencida.

El siglo había comenzado con una grave epidemia de paludismo, más la guerra de la independencia francesa y su posguerra marcaron unas grandes desigualdades por el hambre, que como en otros lugares de España se dejó sentir, pero tal vez, con más acciones represivas en pueblos limítrofes, debido a dependencias del alto clero y a que eran sedes recaudativas, como Vadillo, Venialbo, Peleagonzalo, Bóveda.... En verdad, esta antigua zona de Valdeguareña sufrió la revolución francesa por ser camino natural entre España y Portugal, y no dio lugar a muchas, ni grandes luchas, a excepción de la batalla de Villagodio el día 6 de enero de 1.809; pues como se deja entrever, quienes peores pérdidas tuvieron fueron los obispos, cabildos, monasterios y todos los miembros del clero a los que se les privó de sus privilegios, con despojo de imágenes, pinturas, cálices y todo tipo de metales con objetos preciosos.

Bóveda, que como sabemos era villa fuerte y esa época estaba poblada en su mayoría por altas personalidades, como los Moyano, Samaniego y otros más anteriormente citados, debió de sufrir más los efectos de esta guerra. Como ya sabemos los Moyano, se creían ubicados en esta población desde siglos atrás, constatando que Ramón Moyano fue alcalde de esta fuerte villa entre los años 1.778 y 1.789, y un hijo de éste, Silverio Moyano, también desempeñó el mismo cargo entre los años 1.795 y 1.819, y más tarde volvió a ser alcalde constitucional con la monarquía de Fernando VII, entre los años 1.820 y 1.823. Este último (Silverio Moyano) contrajo matrimonio con María Samaniego, natural de Fuentelapeña; de tal matrimonio nació un hijo el día 30 de octubre de 1.809, habiéndose comentado que dicho alumbramiento fue accidentado y diversos escritores e historiadores así lo aseguran, pues el matrimonio había tomado la decisión de que el parto tuviera lugar en la casa materna y para ello se desplazaron hasta Fuentelapeña, pero hacia la mitad del camino distinguieron una patrulla de tropas francesas y para ocultarse de los guerrilleros se salieron del camino para una alameda de la zona, conocida como la manga, en la cuenca del río Valdecadrones, el cual da sus aguas al Guareña, en la hoy granja de Vadillo, y allí mismo tuvo lugar el parto. Otras informaciones, tal vez más certeras, trasmitidas de boca a boca y de generación en generación, cuentan que al distinguir el matrimonio a los franceses, retornaron para Bóveda y en esta localidad nació al que se le pondría de nombre Claudio Moyano y Samaniego.

Dicho Don Claudio Moyano y Samaniego, con el andar de los tiempos se metió en la política moderada, llegando a ser ministro de fomento en el gobierno de Narváez. Entre los años 1.856 y 1.857 publicó la ley de instrucción pública, declarando obligatoria la enseñanza primaria en las edades de seis a nueve años, con la gratitud para quienes no pudieran costearla, y pasaría a la historia como la “ley Moyano”, que aún hoy perdura.

Su carrera política comenzó el año 1.844 siendo diputado por Zamora, en el año 1.846 es diputado por Toro y en el año 1.853 es cuando cubre la plaza del ministerio de fomento continuando hasta el 1.864, período en que estableció otra nueva ley llamada del ferrocarril y en este mismo año del 1.864 recibió la gran cruz de Carlos III. Murió el día 7 de marzo de 1.890 (nadie en su centenario recordó un acto conmemorativo en tal fecha, dentro de su tierra natal ni de sus alrededores, aún considerando que hasta en la demografía y economía de Villabuena, Fuentelapeña etc. tuvo mucho que ver este insigne personaje); sus restos -como ya hemos citado- yacen en la Iglesia de Santa María de los Caballeros, en Fuentelapeña. Pero también debió de tener mucho que ver su magnifica eficacia ministerial para España entera ya que se le ha llegado a hacer su nombre inmortal al ponérselo a unas diversas calles de muchísimas ciudades españolas, como la popular Cuesta de Claudio Moyano, en Madrid y además, con el complemento cultural de ser este el punto de la villa y corte del mercado del libro antiguo. Y allí mismo en la famosa Plaza de Atocha se le tiene eregida una estatua en su recuerdo. También ha sido recordado en obras literarias que han sido llevadas al cine, con su bibliografía de la ley Moyano.

Como todo indica y hemos hecho constar, la revolución francesa no tuvo mucho que luchar en estas zonas, pero si afectó globalmente a las provincias de Toro y Zamora, con una nueva división territorial, donde quedó disuelta la provincia de Zamora en el año 1.809, refundiéndose en la de Salamanca y de la cual siguió dependiendo durante un año, hasta 1.810 siendo ésta capital de prefectura y Toro con Zamora serían residencia de los suprefactores.

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