LOS PRIMEROS PROPIETARIOS, LABRADORES ARRENDATARIOS EN EL LUGAR DE VILLABUENA
Entre los años 1.621 y 1.665 comienza una nueva época de unidad y de poder, naciendo así una conciencia, encontrando el terreno abonado para la apropiación de bienes por parte de los establecimientos eclesiásticos y del alto clero, que fue abrumador. Esta gran dedicación a las tierras le serviría a las instituciones eclesiásticas para su gran dominio y aquí en Villabuena creemos se pueden tomar como ejemplo la posesión de los baldíos roturados por los Portocarrero y Silva. Además como sabemos, los Portocarrero llegaron a ocupar los cargos de cardenal, por lo que varias de estas fincas han existido sin límites naturales ni legales, hasta tiempos recientes.
Consideramos que debido a ello pudo surgir el comienzo de las primeras singladuras para la formación de la población actual, debido al férreo control de la Iglesia toresana, puesto que debido a todo esto comienza la especulación con una hacienda rural en este lugar y en el año 1.560 se comienza a gestar la compra de la presente hacienda por la familia Venialbo, descendientes de la población deVenialbo que es de donde les venía el apellido. Pero dicha hacienda volvió a parar a manos de la Iglesia.
¿Cuándo tomó cuerpo la idea en esta familia?. Los Venialbo acuden a pedir un préstamo a un reconocido mercader de la época llamado Cisnero. Las dificultades de los Venialbo comienzan a verse al aparecer otras deudas que tenían con la memoria de Pedro Viana de los años 1.551 y 1.555 -que como sabemos estaba asentado en Bóveda- quien le había hipotecado una viña por una cantidad de 24.500 maravedíes, con unos réditos de 1.750 maravedíes anuales. En el año 1.565 se endeudan aún más con la cofradía del santísimo sacramento (del lugar de Villabuena) por el importe de 7.000 maravedíes y unos réditos anuales de 500 maravedíes; por lo que se deduce, que dicha familia Venialbo era la más propietaria del lugar, aún desconociendo las fincas hipotecadas en aquellas fechas. Pero en el año 1.566, ya inmerso en unas dificultades económicas extremas, le venden a Diego Guadalupe el lugar de Villabuena, quien lo compra por salvar las dificultades de esta familia, a los que conocía de antemano y sabía las dificultades que los vendedores venían teniendo con Cisnero, con el que tenían una hipoteca sobre siete viñas, de una extensión de 16 aranzadas.
A la muerte de los Venialbo (el jefe familiar y su hijo), el resto de la familia no quiso saber nada de los bienes de la heredad, casa, corral, bodega, lagar y otras viñas; por lo que Diego Guadalupe, el día 28 de mayo de 1.566, levanta la hipoteca de todos los bienes del lugar de Villabuena correspondiente a los Venialbo, y el día 14 de junio del mismo año compra una viña en ese lugar de siete aranzadas. Concierta con la memoria de Pedro Viana para levantar un censo, que dicha institución había adquirido sobre algunos bienes más, de los mencionados Venialbo. Diego Guadalupe también concierta con los herederos de Doña Inés Sueros de Quiñones, para adquirir un censo que tenía constituido en algunos bienes de los Venialbo; eran 17 cargas de trigo que le debían a Doña Inés Suero de Quiñones de la renta del molino sopeña que esta señora tenía en el lugar cercano a Villabuena. Igualmente compra una serie de parcelas y viñas en diferentes fechas, con una casa, lo cual parece indicar que desea quedarse a vivir en el lugar para explotar directamente la hacienda, tomando posesión de todo ello el día 7 de julio de este mismo año 1.566.
Pero antes de aceptar estos hechos reales, Diego Guadalupe saca todo el rendimiento posible a esta hacienda y los bienes, alegando que las viñas estaban muy perdidas y llenas de grama y las casas malbaratadas; de manera que estando todo echado a perder, fueron muy baratas. Parece pues justificado, que nos encontramos con un rentista de la ciudad de Toro que se convierte en inversor agrícola.
Subsiste en pequeñas ampliaciones la hacienda cuando en los años 1.590 y 1.592 compra más propiedades en el lugar un tal Antonio Guadalupe Ramírez, pensamos que pudiera ser hijo del anterior comprador por su apellido y porque sigue los mismos pasos. Éste tenía una hermana llamada Constanza Guadalupe Ramírez, casada con Luis Zazo de la Vega, quien adquiere también bienes, invirtiendo 58.808 maravedíes en propiedades en el lugar de Villabuena, más su esposa Constanza adquiere otra viña de una aranzada y media, lindera a las de Luis Zazo de la Vega.
La investigación de este tema no nos aclara la descendencia de esta familia, solo vemos que en el período de unos 50 años, de 1.566 a 1.612, se invirtieron por una familia en la adquisición de propiedades rústicas, casas, corral, lagar, bodega, soto, huerta, cortina, palomar y molino, la cantidad de 322.000 maravedíes, con la intención de unificar este lugar de Villabuena, la descendencia de esta familia, pero no hay más datos. En otras demarcaciones del alfoz se han visto escrituras de un tal Bernardino Guadalupe, mercader de terrenos, con igual trato que se le daba a Diego Guadalupe.
Estas no son las mismas características que tenía Antonio Guadalupe Ramírez, quien es tratado como tesorero de la ciudad de Toro; y a Luis Zazo de la Vega se le cita como contador de su majestad, aunque a ninguno de ellos se les atorga el título honorífico de don, por lo que nos inclinamos a pensar que puede tratarse de una familia de cristianos nuevos, de origen judío, debido a varias razones; la primera es el apellido y la segunda por haber sido la judería de Toro una de las más importantes y numerosas de la zona castellana. Además, el lugar de vivienda que nos cita Diego Guadalupe, debía ser uno de las más nobles dentro de esta ciudad, su colocación al lado del sepulcro en la Plaza Mayor, lindando con personas de apellidos con raices de hidalgos. Por lo que no descartamos que podía ser una familia acomodada que buscaba ser considerada como parte de la nobleza local, y su espejo era ser rentista de propiedades rústicas realizando donaciones de importancia a establecimientos religiosos.
Y así lo hizo Doña Constanza Guadalupe Ramírez, viuda de Luis Zazo de la Vega, donando al convento de San Ildefonso de Toro, el día 14 de mayo de 1.620, el núcleo de la hacienda referida, con una escritura de donación por el importe total 1.219.524 maravedíes. Estos datos quedaron reflejados en la escritura de donación ante el notario escribano de Toro Juan Villalobos, en fecha 14 de marzo de 1.620, donde se refleja el total de aranzadas de viñas (234), fanegas de tierra (116), casa, corral, bodega, lagar, molino, solar, palomar, soto, huerta, cortina de abajo, etc.; citando también las viñas en sus respectivos pagos: el mesón, la encina, el rosal, el monte, mimbrero, el valle, el angelino, la higuera y el pico la cabra; las tierras en el álamo, mirazamora, camino Salamanca, junto al monte, atalaya, las vegas, el mesón, la fuente, el humilladero, las verdejeras, sobre las eras, las peñicas, bermejales, el gavión, los prados, bardales, el salgadelo, Sopeña, Valdearanda, Valdespino, el rucidero, etc. Así mismo se hace constar que la viña más grande era la del monte, con 33/5 aranzadas y la tierra en Sopeña con 28 fanegas y en parte proporcional 2/3 a viñas y 1/4 a tierras de cereales. Este era el total de la hacienda y justamente fieles a nuestro criterio, todo este terreno estaba en el municipio de Toro, en la zona de Valdeguareña, como indica el nombre de sus pagos, aunque se le asignen al lugar de Villabuena.
Entre los años 1.620 y 1710 el convento de San Ildefonso compra propiedades en esta misma zona por valor de 165.546 maravedíes, queriendo con ello unificar propiedades con la gran atención a las viñas y lagares con bodega. A esta desaforada apropiación de propiedades por parte de la Iglesia, como vemos, se le unían las donaciones, como la que hizo en el año 1.738 Antonio Sánchez, vecino de este lugar de Villabuena, que dejó a este convento toda su hacienda sin cargo alguno; solamente con un censo a su cargo de cien ducados, que se redimió con el dinero libre del convento, según testimonio de Manuel Rodríguez Gordillo, notario de Toro.
A su ambición de unificación de terreno, el convento hace trueques con la posibilidad de una mejor explotación, demostrando el gran crecimiento de la Iglesia, amparados por esa parte que no llevaban la doctrina de Cristo, lo cual no consiste solo en la progresividad material para unos cuantos, que es la que hace e hizo crecer la analfabetización y muchos habitantes abandonaron la región marchando para Sevilla, donde con la doctrina de los humanistas se vivía mejor y también por las riquezas que llegaban del nuevo mundo, descubierto por los reyes católicos. Otra alternativa era buscar la oportunidad de emigrar a las américas y encontrar un trabajo digno, que se había visto como un comienzo inicial indicativo con el apoyo de otras personas que ya lo habían hecho de estas mismas zonas, como Diego de Ordás -natural de Castro Verde- que residió en México; o Álvaro de Ordás -sobrino del anterior-; Diego Menéndez -de Toro-; Luciano Sánchez -de Fuentesaúco-; Martín Enrique de Almansa -de Alcañices-; y otros muchos que podrían ejercer sus influencias para tales logros; como podía ser la familia de los Fonseca -de Toro- que tanto colaboró para la travesía a las indias y que hasta Juan Rodríguez de Fonseca requisó a los judíos de esta ciudad todo cuanto pudo para la segunda armada a las américas. Otro ejemplo era Diego de Deza que influyó en los reyes católicos para el apoyo al viaje de Colón y hasta se dice que le dio el nombre a la nave conocida como la pinta y que fue la misma reina Isabel la católica quien la bautizó, y hasta se afirma que en esta embarcación se envió vino de Toro para el suministro del personal a bordo, contando hasta con el aval de una ciudad llamada Toro, en Venezuela. Todo esto incitaba a este éxodo.
Pues aunque los reyes católicos habían dejado encauzada la distribución territorial en su testamento, al convertir a España en una nación, al finalizar la reconquista en Granada el año 1.492 realizaron la composición de provincias, con sus bienes en esta zona de Castilla, cosa que no se tuvo en cuenta. Se guardó el orden provincial marcado en el año 1.490, con dieciocho provincias: Ávila, Burgos, Cuenca, Córdoba, Guadalajara, Granada, Jaén, León, Madrid, Murcia, Salamanca, Segovia, Sevilla, Soria, Toledo, Toro, Valladolid y Zamora (no existía Palencia). Pero en retroceso dentro de esta zona en el reinado de Carlos I, la decadencia de la provincia de Toro se incrementa con una gran merma de influencia política debido a la pérdida de votos en la corte, siendo éstos a favor de Palencia, al pagar esta ciudad al rey ochenta mil ducados. Todo esto unido a crecidas de ríos, invasiones de langosta, enfermedad de garrotillo, filoxera, pestes y cubrir la petición de soldados para los conflictos con Cataluña, sustituyendo las plazas de estos con mendigos dentro de la ciudad de Toro, ésta se alejó de aquella potencia que se había tenido entre los años 1.450 y 1.530, que materialmente hablando representaba más de lo que hoy lo hacen las comunidades de Cataluña y Valencia. No haciendo pensar al gobierno de Carlos I en otra cosa que en sus ideas miserables sobre la población agraria.
Sabido es, que hasta bien entrada la Edad Moderna Toro gozó de gran prestigio en el concierto castellano-leones y que fue objeto de la predilección de muchos reyes. Su situación estratégica, las bondades de su clima y la riqueza de sus campos atrajeron a los monarcas de esos siglos. A ello contribuyó también la seguridad y confianza que inspiraban sus murallas. Aquí nacieron reyes e infantes; residieron reyes, reinas, princesas y hombres con mujeres de alto honor. Sus casas y viviendas en su mayor parte blasonadas, restos de fachadas, arcos y torres pregonan la majestuosidad sin límites de otros de aquellos venturosos días, demostrando el esplendor de su época. Por el contrario, entendemos que el lugar de Villabuena se postra más en el olvido y en la miseria, como un triste cillero de explotación agrícola, ganadero y resguardo de guerrilleros más que en población. Resumiendo, este lugar no debió de ser sino una reducida agrupación de refugio y viviendas de pastores y guerrilleros, en tales épocas. Aún habiendo tomado el nombre de Villabuena, por esas fechas.
En nuestros estudios hemos dudado de la teología, cuyo objeto directo es la creencia en Dios, con su dogmatismo directo a doctrinas o religiones, e igualmente a diatriba, que está enfocado a los discursos o escritos violentos e injuriosos; por ello en estudios sacados de studia zamorensia de la edición de la Universidad de Salamanca publicada en el año 1.981, creemos haber recopilado datos sobre la historia entre las relaciones razón y fe. Razón porque demuestra acto de entendimiento en apoyo a nuestro método de justicia; y fe por creerlo un concepto en lo que más o menos creemos, certifica la verdad. Estos datos nos detallan varios pueblos del alfoz de Toro y sus cercanías con sus categoría, distanciándose de esa precariedad, que entendemos tenía Villabuena en tales fechas.
En Vadillo de la Guareña, en el año 1.515 ya se tienen conocimientos de descendencias de nombres y hombres distinguidos y honorables, como Diego del Castillo que ejercía de doctor en la Universidad de Bolonia. Fuentesaúco en el año 1.526 tenía a Pedro Rodríguez de la Fuente, rector de derecho en la misma Universidad de Bolonia. Villalar de los Comuneros en el año 1.565 tenía a Alfonso de Herrera, como vicerrector en la misma Universidad de Bolonia. Fuentexpreada tuvo años más tarde a Manuel García Amigo cubriendo un alto cargo en el colegio de España en Bolonia.
Otra distinción sobre la precariedad de nuestro pueblo, que se nos da en esta obra, en su recopilación de datos estadísticos, son las inversiones en reparaciones y construcciones en diversos pueblos de la zona, sin figurar ninguna de ellas en Villabuena, debido tal vez en su mayoría a ser absorbido por Toro, pero lo cierto es que no figura nuestro pueblo y si otros muchos del Alfoz.
En el año 1.615 se coloca una reja en el palacio de Castrillo de la Guareña; en el año 1.616, el día 10 de julio, se coloca un reloj en la torre de la iglesia de Fuentelapeña; en 1.646 se reforma la cruz parroquial de Corrales del Vino; en 1.762 se construyen unas vinagreras de plata para la parroquia de Moraleja del Vino; en 1.560 se construye una cruz parroquial para la iglesia de Pinilla de Toro; en 1.717 se instala un veril en la iglesia de Malva; en 1.718 se repara la cruz de la iglesia de La Hiniesta; en 1.538 se construye la cruz de la iglesia de Bóveda de Toro, y la de la iglesia de Villavendimio; en 1.591 se construyen cajas de plata para las iglesia de Tiedra, Villafranca del Duero, Pozoantiguo y Pinilla de Toro, con un cáliz para Villavendimio y una custodia para Benafarces; en 1.579 se hace una reparación de orfebrería en la iglesia de Olmo de la Guareña y se construye una cruz parroquial para la iglesia de Bustillo del Oro; en 1.720 se construye una cruz parroquial para la iglesia de Villamor de los Escuderos; entre los años 1.610 y 1.620 se construyen olieras, piés de cruz, vinagreras, cálices, custodias, para Casaseca de las Chanas, Cerecinos del Carrizal, Villaseca, Villalonso, Villarino de Manzanada, Matallanas y Revenal; en 1.797 se construye una cruz de Santa Agueda para la iglesia de Tagarabuena; en 1.666 se hace limpieza de la cruz parroquial de la iglesia de Villanueva (despoblada de Valdejema); en 1.774 se construye una concha de bautismo en la iglesia parroquial de Villalazan.
Estos datos son recopilados de las zonas más próximas a nuestro pueblo, nos podíamos extender más, pero consideramos que son suficientes, hasta demostrar que varios de estos lugares, hoy se encuentran despoblados, y en aquellos lejanos tiempos se les tenía en atención de civismo, tal vez porque ya existían locales religiosos dignos.
Estos datos nos clarifican aún más, los aspectos que venimos exponiendo del lugar de Villabuena, a la vez que nos permiten realizar un sugestivo análisis de los movimientos económicos y sociales dentro de esta zona, dejándonos en duda si la iglesia actual fue advocada y reconocida como tal en el año 1.770 o lo fue en el siglo siguiente. Y no es porque pensemos que no se haya sabido hacer distinción, puesto que en Campillo, siendo un lugar de características míseras, la iglesia de San Pedro de la Nave se valoró su obra trasladando piedra a piedra, para que ésta no quedara sumergida por las aguas del embalse del río Esla en el año 1.930. En otros análisis sacados de diversos escritos obtenemos resultados que en la mayoría de los pueblos citados son míseros, mal comunicados con caminos intransitables, debido en parte a los comienzos de mayores roturaciones de terrenos; pero se testifica existencia de nuevas obras sociales.
La ciencia y la técnica han adquirido en nuestro tiempo sólida carta de ciudadanía, en principio para bien de la humanidad; pues son muchos los datos que nos dan y se recogen sobre el lugar de Villabuena y de todo el globo terrestre en general. Según escribió el prestigioso escritor Manuel Samaniego en “Análisis de una hacienda rural”, nos deja ver el olvido del lugar de Villabuena. Dicha hacienda es la referida donación de Doña Constanza Guadalupe Ramírez al convento de San Ildefonso, con más compras y donaciones de dicha orden, donde los frailes no quieren explotar las fincas porque en 10 años que lo habían venido haciendo, desde 1.620 a 1.630, no les debió ser rentable, por lo que se intenta el arrendamiento. Para ello se trata con personas que se trasladaron allí de otros lugares. Quien dio estos primeros pasos fue Toribio Hernández, procedente de el pueblo de Sanzoles y en el escrito integro de la primera escritura de arrendamiento se redactó lo que sigue:
“... Y por un ottrosi, presentto la escriptura de Arrendamiento de la referida hazienda de Villabuena, para hazer ver, que los vienes ymbentarios heran de sus partes, pidio que a su ttiempo se hiziese la entrega y resttittucion combeniente de ellos: Y el thenor de dicha Escritura es como se sige = Fray Joseph Alonso procurador, y apoderado de el Real comventro de San Yldephonso de el orden de predicadores de estta ciudad de Toro y como tal digo que doy en renta y arrendamiento a Thoribio Hernández vezino de la villa de San Zoles del partido de Zamora, y quien su causa representtare toda la hazienda raiz que dicho Real conuento tiene y le perteneze en el lugar de Villabuena de esta jurisdiccion y su termino que se compone de viñas con sus frutos pendientes, el libre uso de un molino, sus emolumenttos, Pesca del rio de la Guareña, el que le corresponda, casa, bodega, sus basttos, lagar y aparexos; los ganados de bueyes, bacas, y bezerros, aperos de ella, y perttrechos, ttodo estto por menor y con expresion se ha ttasado y apreziado de comun acuerdo de ambas partes por Personas Yntteligentes nombradas por cada una la suia y ha de rresponder de ttodo ello el suso dichi junttamente con el fiador que para estte Particular y demas que aqui se expresa en la azepttzion de este Ynsttrumentto en la mismas expezies y en su defectto de el valor en que estta apreziado como ttambien dar por existtente y sin quebranto”.
Lo que nos queda por redactar, es el numero del inventario de bienes y utensilios indicando, numero de cada uno, tamaños, medidas, edad de animales, aperos viejos nuevos ..., que poseía la hacienda.
Allá por el año 1.662, después del fallecimiento de Toribio Hernández, se hace otro nuevo arrendamiento de mencionada hacienda en Villabuena, a Juan Martín, que según consta en contrato, lo hizo no teniendo en cuenta la cantidad de tierras que tenía la heredad y que según el convento eran cincuenta cargas, que aceptó al ser tan corta la renta, aún hallándose en mal estado y dañada la heredad. Así constaba en su totalidad el arrendamiento a Juan Martín:
“Quentas tomadas por este real convento de San Ildefonso de Toro.. de la hacienda de Villabuena”.
“Jose Alvarez Santos y Ramos Espinosa y Barriales procuradores de causas de el numero de estta Ciudad de Toro y conttadores nonumerados el primero de oficio por reueldia de Juan Martín vecino de el lugar de Villabuena; y el segundo por pte del real conuento de San Ildefonsohorn de predicadores de estta dha Ciudad; en cumplimiento de lo mandado por la Justicia Real de ella, en sus auttos de nuebe y diez y seys de fuerero pasado del corriente año; con arreglo a los que por parte de dho Real Conuento se ha seguido con el citado Juan Martínsre la quenta y enttrega de los productos y rendimientos de los fruttos y rentas que han producido y deuido producirlos predios que en termino y recinto de dho lugar perttnezec a la exprda Comunidad y tubo arrendados estta a ToribioHrn. difunto y de los que ha sido Deprio Judicial el citado Juan Martín tteniendo preste la R! Cartta Exria liurada a fauor del exprdo R! Conuento en los cinco de Julio de mil setteztos sesentta y ttres con las sentas en ella ynsertasquenta dada presentada por el referido Deprio en los Diez y ocho de Agto de mil setteztos sesentta y ttres prettensiones inttroducidas pareceres tomados de diferentes letrados con quienes han sido consultadas y demas documentos exiuidos por las parttes pasamos a practicar la liquidación y cuentta formal de lo que han producido dhos bienes desde tres de marzo de millsetp sesentta y dos hasta veintte y ttres de Julio de sesentta y ttres que con la maior disttincion y claridad de especies cargo y desttas es esta forma...
No hacemos constar cuentas relativas a granos, trigo, cebada, centeno, algarrobas, garbanzos, panija, vino en arrobas, cargas de reales de vellón, arados, trillos, rejas, vendimia, lagares..... En el año 1.673, parece que por incumplimiento en el contrato, el convento le quita la hacienda en renta a Juan Martín y herederos, con todos sus aperos. Es entonces cuando los frailes reedifican el molino, que no existía más que el solar abandonado, y hacen una casa volviendo a poner labranza, ampliando dicho molino, añadiéndole otra rueda, ya que no tenia más que una, al tiempo que cambiaron una casa por otra que tenía el convento, tomándose posesión de otra casa que era de los herederos de Juan Martín y que estos debían al convento en centeno y trigo de los tiempos que tuvieron arrendada la hacienda. Granja de Villabuena, que era como el convento y como los herederos denominaban este lugar.
En el año 1.759, el convento decide poner la hacienda de nuevo en arriendo comenzando con los arrendatarios por separados de casas, viñas y tierras, para ver si conseguían enlazar las rentas exigiendo fiadores. Pero estos campesinos arrendatarios le sacan poca rentabilidad a pesar de operar con el nuevo sistema, los años impares usaban mucha más simiente y en los pares se usaba mucha menos, pero los rendimientos eran similares e incluso superiores los de menos sementera. También se llevaba por norma, con el fin de ahorrar simiente, echar menos en los terrenos buenos y más en los malos, pero se obtenía el mismo rendimiento. Además, si la producción era alta, eran más bajos los precios.
Nueve años más tarde, en 1.768, se hace un nuevo contrato de arriendo de toda la hacienda en conjunto por el periodo de ocho años, en el precio de 2.800 reales al año, comprometiéndose el arrendatario a realizar las labores en las viñas en su tiempo y sazón, de las tres vueltas de arado, poda regular, cavas de sobaco y cubierta. Al finalizar los ocho años se pretende anular el contrato, pidiendo 200 fanegas de trigo por año; puesto que los frailes alegaban que el aumento de la hacienda rindió unos 13.000 reales y el convento solo estaba recibiendo 2.800, lo que creían que era una enorme lesión. No consiguen arrendarla en las 200 fanegas, pero si justamente en la mitad. En este contrato de arrendamiento se hacían constar todos los gastos en animales, salarios de criados, gastos de siega, de vendimia, elaboración de vino, gastos de matanza, gastos de reparación de molino, gastos impuesto.... con un resumen de las partidas de cargo y descargo. Con datos negativos para el molino, que no parecía que acudieran o hubiera muchos vecinos que utilizaran el molino del lugar; pues según comparación, era más utilizado el de la granja de Florencia.
Resumiendo, la hacienda citada de forma cuantitativa y cualitativa del lugar de Villabuena, comprada por la familia Zazo y Guadalupe en el momento de su donación se revalorizó en un 475 % y en el año 1.781 su valor fue de 183.000 reales, por lo que queda demostrado una vez más, el gran poder económico, político y social de la Iglesia.
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