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NUESTRA TESIS Y EXPOSICIÓN SOBRE LOS RITOS FUNERARIOS

Con este campanilleo de luchas pasaron por esta zona muchos pueblos con distintas culturas y de sus formas funerarias hemos sacado evidencias que rellenan la ausencia de información y se descubren en las inhumaciones. Esta investigación de ritos funerarios los seguimos aún estando en la Edad Media donde ya existe la historia escrita, pero nula sobre este lugar de Villabuena. Pues nada sabemos sobre un enterramiento aparecido en tiempos remotos, que nadie en la población recuerda ni cuando pudo ser tal aparición, en una de las casas de esta localidad -de zona vinícola- en donde casi todas las viviendas, de labradores, tenían la bodega para la crianza y conservación del vino. Las bodegas eran hechas como las cuevas artificiales, con pico y pala.

Como los celtas, los romanos y otros pueblos entre ellos los godos o visigodos, árabes, cambian su estructura en los ritos funerarios, pues en diversos cementerios se han hallado enterramientos con sepulturas de lajas -lo que demuestra el haber hallado canteras para estas piedras que eran escasísimas en tiempos del Neolítico en estas zonas- y da la impresión de que estas normas siguen hasta bien avanzados los siglos VIII y X, tales tumbas en posición vertical con bloques paralepípedos. Parece o da la impresión que estas tumbas son las más comunes en los siglos citados, pero debe haber dos clases de enterramientos, porque también se han encontrado sepulturas horizontales donde el cuerpo del cadáver podía yacer, acostado de lado pudiendo ser izquierdo o derecho, o con otras posiciones como la supina en la que el cuerpo descansa de espaldas con las manos cruzadas sobre el pecho, siempre cercado por piedras lajas.

En esta época y zonas, ya cristianizadas, las inhumaciones se hacen en las iglesias y sus bóvedas bajo la norma de enterrar al individuo desnudo envuelto en un sudario. De aquí nació la figura del reclinatorio para arrodillarse y orar en este lugar de la sepultura del ser querido que se convertiría en lugar sagrado y hereditario. Pero a principios del siglo X se prohíbe los enterramientos dentro de los templos, solamente se autoriza a personas que para el clero merecieran este honor; no obstante se siguen enterrando hasta que se establecen los cementerios fuera y alrededor de los templos.

Todo este estudio nos lleva a posiblemente dar como cierto que nuestro pueblo, desde siempre, estuvo enclavado a las dos partes del río, puesto que según versiones de agricultores del lugar -y estos no mienten-, al efectuar sus labores de labranza agrícola entre la vega del Guareña y la falda de la vaguada de la Peña no muy distante del lugar donde apareció la inhumación Campaniforme, han sacado con sus herramientas de labranza piedras y restos semejantes a estas sepulturas de lajas y que hace apenas algo más de un siglo en este paraje existía una ermita llamada de los prados, de la que se desconoce su antigüedad. Se sabe que en el año 1.779 fue reparada con la piedra de la demolición de otra ermita llamada humilladero y que muchos nativos del lugar aún recuerdan las ruinas del santuario, que debió de ser destruido por la crecida más grande del río que se recuerda en el año 1.860. A este pago se le sigue llamando la tierra de la ermita y en la crónica de la época se decía así: Los días 28 y 29 de diciembre, se produce una riada que nunca se había conocido tan extraordinaria con perjuicios de derribo en construcciones aisladas de la vega la gadaña.

Además sobresale un dato importantísimo para nosotros en todo lo estudiado, la existencia de un puente entre las vegas que hemos citado y el pueblo actual, nuestro interrogatorio es: ¿por qué y para qué fue construido este puente sobre el río en aquellas remotas épocas?, para servidumbre de las vegas con la actual villa, o como enlace entre los talifundios o villas de carácter ya citado, tal vez en lace con nuestras poblaciones limítrofes, hasta con la posibilidad del paso de la cañada Toro, Salamanca, y formara realmente al mismo tiempo el enlace entre estos dos núcleos de población de la hoy llamada Villabuena del Puente. Previsiblemente el puente debía ser de escasos méritos, construido tal vez en época goda de construcción primer gótico, sin resistencia suficiente como para aguantar la crecida que citamos en el año 1.860 u otras similares y que no lejanas a esa fechas ya había sido construido otro sobre los restos del antiguo y este sería el que le diera el topónimo a nuestro pueblo.

Y siguiendo los ritos funerarios sin investigaciones de antropólogos, arqueólogos y sin estudios del profesor Maluquer de Motes, acometemos el enterramiento aparecido en aquellos tiempos remotos y que nadie recuerda como sucedió, en esa casa de labranza o en su bodega y que aseguramos que Enrique Cases Vaquero nunca ha llegado a saber de su existencia, y así nos lo ha testificado él, pues de lo contrario hubiese hecho todos los posibles para saber de su procedencia. Ya hemos citado donde está ubicada la iglesia actual de cruz latina, y que según escritos se comenzó a construir el año 1.776 en el solar de otra anterior, que parece databa del 1.576 y que a su vez también fue edificada sobre un solar de otra ermita que poseía en sus alrededores un cementerio. Todo esto se puede dar como cierto debido a que en el año 1.277 el Obispo de Zamora, Suero y su cabildo (según escrito de Herminio Ramos Pérez, escritor e historiador zamorano), hacen donación de la iglesia Casa de San Juste en Villabuena (aunque hoy se le conoce con la abvocación de San Pedro Apóstol) a favor de la orden de Santa Clalla, de la Orden de la merced de Barcelona, y además hay cosas que se ven hoy, que así lo atestiguan. Todas las piedras que forman la imposta demuestran claramente no ser de la misma construcción del resto del templo.

En las inmediaciones de la citada iglesia existe esa casa de tapial, con bodega y corral donde habitaba Don Clemente Sánchez (y que hoy es propiedad de una señora llamada Libertad) en la cual apareció, debe de hacer tiempos infinitos, al excavar para hacer la bodega en la galería de entrada -vulgarmente llamado cañón-, los restos del enterramiento de un cadáver el cual al seguir picando lo rompieron en dos, en su postura supino y recta, una de esas dos partes las debieron tirar con los escombros y la otra quedó incrustada en la pared que se formó con esta galería de entrada donde se ha podido ver y contemplar durante decenas de años y tal vez, siglos y nadie se ha preocupado por tal inhumación. Parece que hace muy poquitas fechas la nueva propietaria del inmueble mando entoñar dicha bodega.

Por ello yo no lo he podido ver, mis hermanos y los hijos de Don Clemente Sánchez me han descrito la posición del finado y nuestro valor previsible de su posición, basado en los estudios de tipos, fechas, lugares de ritos funerarios, todas estas características nos hacen situar tal enterramiento entre los siglos X al XIII por ser cuando los cuerpos se enterraban desnudos de espaldas y con los brazos cruzados, donde además claramente se comprende, el cuerpo fue sepultado sin ataúd, al no hallarse clavos ni madera que indiquen lo contrario. La sepultura está a unos 10 metros de distancia de donde está enclavada hoy la iglesia, lo que da opción a pensar que el cementerio podía llegar hasta este punto; pues en excavaciones limítrofes (por obras) al templo ya han aparecido restos humanos en otras fechas y nadie le dio la mínima importancia histórica, que sí la tiene para descubrir los orígenes y la raíz de Villabuena. Pudiera caber la posibilidad de que este hecho procediera de un crimen cometido alevosamente, sin llevarse a cabo las leyes institucionales (en aquellos tiempos) a castigar estos delitos. Pero lo vemos menos posible.

Y comentando esto con uno de los hijos del señor Sánchez, es cuando nos muestra el hacha de la época de los metales, que apareció en la casa de la inhumación sin saber ni cómo ni porqué, al igual que algunas monedas de la época goda y árabe.

Con el estudio de los ritos funerarios creemos hemos llegado hasta descubrir el posible nombre propio del pueblo de Bóveda de Toro. Como sabemos en el año 1.116, Doña Urraca (reina de Galicia) cede su fuerza de encomienda a Bóveda, sobre las nueve villas del valle del Guareña al hospital militar de la orden de San Juan de Jerusalén, como cabeza de estas villas, que estaba ubicado en esta localidad. (Ya hemos hecho constar que sin figurar el nombre de Villabuena a pesar de su cercana distancia, no hemos averiguado todavía el porqué, tal vez porque no era población como villa en aquellas fechas). La población de la Bóveda, por tanto, siempre se ha distinguido del resto de otras poblaciones del valle. Y es más, en la obra escrita de Antonio Gómez de la Torre: Corografía de la provincia de Toro, se hace constar en pagina 254 que durante la ocupación árabe en nuestra península se le denominaba Vallun Duril, que viene a decir Vallador o fortaleza del Duero.

Se dice, en memorias que se trasmiten de generaciones en generaciones, que Villabuena y la Bóveda han sido diferentes hasta en la forma de limosnear. Dos pueblos de pensamiento diferente, puesto que (hoy) unos viven de la realidad y otros de una apariencia engañosa del pasado. Pero históricamente hay que reconocer que Villabuena pasó en la penumbra del olvido. Bóveda repetimos, fue hasta una ciudad heráldica de apellidos y linajes, como los Samaniego, que aunque curiosamente sus antecesores son de origen navarro, pero en esta localidad vienen a entroncarse con los Moyano. En esta población hasta hubo comendadores en el año 1.545 que pertenecían a la orden militar y existen hoy todavía casas solariegas y blasonadas. Se ha escrito que ha existido como especie de aduana que cuando los judíos fueron expulsados de España los que pertenecían a la orden de San Juan de Jerusalén, en el valle del Guareña, debían pasar por este lugar para pagar sus impuestos si se llevaban algo de valor con ellos. En la actualidad este punto se le sigue denominando el contadero y parece ser que desde aquí los judíos partían para Portugal.

Como se demuestra en escritos parece que antes de la fecha que Doña Urraca cede la encomienda a la orden de San Juan, esta villa era realengo perteneciente al estado y debido a ello poseía bóvedas subterráneas en iglesias y capillas para enterramientos de difuntos de la mayor parte del entorno, los cuales se efectuaban obligatoriamente en este lugar. Y es de aquí de donde partió y proviene el origen del nombre actual del pueblo. Más tarde al pasar la orden hospitalaria a la ciudad de Toro se le aplicó el topónimo de Toro, o sea La Bóveda de Toro, y las bóvedas pasaron a desempeñar la función de capillas.

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